Puedo recordar con cierta nitidez mis sentimientos aquel día, lo preponderante era la incredulidad que sentía, de pensar que sería un día de estar en casa de un momento a otro me vi arriba del metro en destino al terminal de buses. Dormí como hasta las 10 y me llamo la atención lo nublado del día aunque tampoco es tan extraño un 18 de septiembre lleno de nubes opacas, no tenía porque darle importancia y si caían unas pocas gotas tampoco total ya estaba todo comprado y listo para celebrar el cumpleaños de Chile.
Mama dice lo siento por ti y es por el único que lo siento pero voy a ir al sur a la casa de la señora María, vuelvo el sábado. Pregunte porque y si bien no compartí ni comparto aún el motivo atine a decir que la acompañaría a la terminal. Lo único que me quedaba claro era el saber que sería un 18 de septiembre complicado (como finalmente fue). Llegamos a tomar el bus de acercamientos al metro y lamentablemente tomamos uno lleno, pero en fin...llegamos al metro, ella se pudo sentar mientras yo me quede a su lado de pie con el bolso, no hablamos mucho en el trayecto por no decir nada, en realidad era mejor mantener esa postura porque no había mucho que decir además de que en ese preciso momento no estábamos pensando de la misma manera, en cada metro cuadrado se respiraba el ambiente festivo, la mayoría de las personas iban en dirección al parque O'Higgins mientras otros al igual que nosotros iban al terminal.
Todo estaba un poco colapsado, al parecer el único lugar donde no era precisamente la terminal, tomo el primer bus por lo cual no esperamos más de 5 minutos a que este partiera...eran casi las 3...
Lo demás es una historia que no merece la pena ser recordada....
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